
Callos o durezas: diferencias y cómo tratarlos
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Los callos y las durezas en los pies son áreas de piel engrosada y endurecida que se forman como una respuesta natural del cuerpo para protegerse. Sin embargo, tienen características diferentes. En este artículo, explicaremos las diferencias entre los callos y durezas en los pies, sus causas, cómo prevenirlos y los tratamientos más efectivos.
Los callos y las durezas en los pies son áreas de piel engrosada y endurecida que se forman como una respuesta natural del cuerpo para protegerse. Sin embargo, tienen características diferentes.
En este artículo, explicaremos las diferencias entre los callos y durezas en los pies, sus causas, cómo prevenirlos y los tratamientos más efectivos.
¿Qué son los callos?
Los callos son zonas localizadas y definidas de piel engrosada que se desarrollan como una respuesta natural del cuerpo ante una fricción o presión excesiva y constante. Este mecanismo de defensa tiene como objetivo proteger las capas más profundas de la piel donde existe roce o presión.
Existen diversos tipos de callos y callosidades en los pies, que pueden variar en su localización, forma y nivel de molestia. Normalmente, los callos en los pies aparecen sobre las articulaciones de los dedos, entre los dedos, en el talón o en la parte externa del pie. Tienen una forma más o menos redonda o cónica y su textura es dura y seca. Además, tienden a ser dolorosos, especialmente al caminar o al aplicar presión directa.
Causas comunes de los callos en los pies
Los callos en los pies pueden formarse por una variedad de razones, la mayoría relacionadas con la fricción y la presión continua en ciertas áreas del pie. Estas son las causas más frecuentes:
Uso de calzado inapropiado
Los tacones altos, por ejemplo, concentran el peso del cuerpo en la parte delantera del pie, lo que genera presión excesiva sobre los dedos. Por otro lado, los zapatos muy ajustados comprimen el pie y provocan fricción constante en zonas como los laterales y la parte superior de los dedos. Incluso el uso de calzado demasiado suelto puede ocasionar que el pie se deslice en su interior, generando rozaduras repetidas que derivan en callosidades.
Deformidades óseas del pie
Condiciones como los juanetes o los dedos en garra modifican la estructura natural del pie, haciendo que ciertas zonas sobresalgan más de lo normal. Estas prominencias óseas suelen rozar continuamente contra el calzado, lo que provoca la formación de callos en esos puntos de presión.
Caminar descalzo sobre superficies duras
Andar descalzo sobre cemento, baldosas o cualquier superficie rígida sin protección puede causar un impacto directo sobre la planta del pie. Esto provoca que la piel tienda a endurecerse progresivamente como mecanismo de defensa, dando lugar a callos en los pies, especialmente en los talones y la parte delantera del pie.
Actividades con fricción constante
Algunas actividades físicas, como correr, practicar senderismo o deportes de raqueta, generan movimientos repetitivos que pueden crear puntos de presión y fricción. Cuando esta fricción se localiza de forma continua en una zona específica del pie, como el borde de los dedos o la parte lateral del pie, la piel responde engrosándose para protegerse.
¿Qué son las durezas en los pies?
Las callosidades en los pies es un término general que a menudo se usa para describir tanto los callos como las durezas. Sin embargo, es importante entender que existe una clara distinción entre ambos.
Las durezas en los pies son áreas más amplias e irregulares de piel engrosada de color amarillento o grisáceo que, a diferencia de los callos, no presentan un núcleo definido ni suelen provocar dolor. Estas durezas en los pies aparecen principalmente en zonas de apoyo, como los talones, el metatarso o la planta del pie, y suelen estar asociadas a una mala distribución del peso corporal o al uso prolongado de calzado inapropiado.
Causas comunes de las durezas en los pies
Las durezas en los pies suelen cubrir superficies amplias y aparecen como respuesta natural ante una presión continua y extendida sobre ciertas zonas del pie que soportan el peso del cuerpo al caminar, como los talones y la planta del pie.
Presión repetida sobre una zona amplia del pie
Al igual que los callos, cuando una zona extensa del pie está sometida a presión constante, genera un engrosamiento progresivo. Esta presión puede deberse a movimientos repetitivos.
Mala distribución del peso corporal al caminar
Un desequilibrio en la forma en que el cuerpo reparte el peso sobre los pies puede provocar que algunas zonas soporten más carga de la necesaria. Estas áreas de sobrecarga están más expuestas a fricción constante, lo que conduce a la formación de durezas.
Calzado inadecuado o uso prolongado de ciertos tipos de zapatos
Zapatos con suelas duras, sin la debida amortiguación o que no se adaptan bien a la forma del pie provocan una fricción prolongada en zonas amplias, especialmente durante actividades prolongadas de pie.
Pies planos o problemas de postura
Las alteraciones estructurales del pie, como los pies planos, o problemas posturales que afectan la alineación del cuerpo, también pueden desencadenar la aparición de durezas. Estos factores modifican la forma en que el pie se apoya sobre el suelo, concentrando la presión en zonas concretas.
Tratamiento para los callos y durezas en los pies
Aunque ambos problemas comparten algunas recomendaciones generales, cada uno requiere enfoques específicos según su origen, localización y gravedad.
Tratamiento para los callos
- Uso de calzado adecuado: el primer paso para tratar los callos en los pies es eliminar o reducir la causa de fricción. Elegir un calzado cómodo, con buena amortiguación y espacio suficiente para los dedos, ayuda a disminuir la presión sobre las zonas afectadas. Evitar los tacones altos o los zapatos ajustados es esencial para prevenir que los callos se agraven.
- Productos localizados: algunas cremas, geles o apósitos indicados para callos, callosidades y ojos del gallo, contienen ácido salicílico que ayuda a proteger y tratarlos localmente.
- Consulta con un podólogo: en casos persistentes o dolorosos, es fundamental acudir a un especialista.

Tratamiento para las durezas
- Baños de pies y exfoliación regular: remojar los pies en agua tibia durante 10 a 15 minutos ayuda a ablandar las durezas, facilitando su posterior eliminación.
- Limas y piedras pómez: una vez que la piel ha estado en remojo en agua tibia, se puede utilizar una lima o piedra pómez para reducir el grosor del callo. Este procedimiento debe hacerse con suavidad, de forma regular y progresiva, sin intentar eliminar toda la piel engrosada de una vez.
- Hidratación diaria con cremas específicas: las cremas son ideales para mantener la piel hidratada y reducir la formación de durezas. Aplicarlas a diario ayuda a mantener la piel flexible. Una piel bien hidratada es menos propensa a endurecerse.
- Uso de calzado ergonómico y plantillas ortopédicas: para corregir la causa mecánica de las durezas, es esencial usar calzado que distribuya correctamente el peso del cuerpo. Las plantillas pueden aliviar los puntos de presión que generan durezas recurrentes. Esto es especialmente importante en personas con pies planos o problemas posturales.
- Atención podológica preventiva: un podólogo puede eliminar las durezas de forma segura y sin dolor, utilizando instrumental especializado. Además, puede realizar un análisis de la pisada y recomendar ajustes para evitar que reaparezcan.
Aunque los callos y las durezas en los pies pueden parecer similares, comprender sus diferencias es clave para aplicar el tratamiento adecuado. La prevención, mediante un buen cuidado de los pies y el uso de calzado apropiado, es la mejor estrategia para evitar que estas afecciones se conviertan en un problema mayor.
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